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A Lupita le gustaba simbolizar: una reseña escrita por Rubén Villegas (miembro del club)




En la novela "A Lupita le Gusta Planchar" de Laura Esquivel podemos encontrar muchísimas capas de significado que se desarrollan en su narrativa. En sus páginas la autora demuestra una profunda maestría del poder simbólico del lenguaje.


La novela da pistas de sus intenciones simbólicas con sus varios tangentes que relatan la mitología y rituales de la iglesia romana y de la religión nativa-mesoamericana. En estos tangentes se describe el antiguo método de misiones cristianas, el cual tomaba mitologías, rituales y dioses ya presentes en culturas nativas y los convertía en arquetipos o antecedentes de la historia del Cristo. Con esto la autora señala que la cosmología simbólica de su novela es a la vez nativa, cristiana y global en aspecto.


Imitando este mismo método, la novela teje complejos hilos entre el pasado y el presente; conquistadores y conquistados, lo ordinario y lo sobrenatural, entre el bien y el mal. Todos estos niveles se ven representados en la cultura Mexicana descrita y en los sucesos de la vida de Lupita. En Lupita, lo cotidiano se eleva al nivel de lo simbólico.


Un buen ejemplo de esto es su empleo. Se esperaría que una persona que viste regularmente de la autoridad que ofrece el uniforme de policía tenga algún tipo de bravura o gallardo en su aspecto para provocar o prevenir tertulias con su mera presencia. En vez, se nos presenta una gorda liliputiense mojada en su orín.


La ironía no termina ahí- esta figura de autoridad sufre de una débil autoestima dado a su pasado, la cual requiere diversos rituales precisos para mantenerse a flote, y a veces hasta explosiones emocionales para combatir quien le lleve la contraria. En fin es una falla de imagen externa e interna: ella sabe que no es lo que viste y los que la ven saben que no es lo que pretende ser. Por tanto, el lector debe mantener el oído atento a la profundidad simbólica de lo cotidiano.


La cualidad ilusoria de las apariencias es un tema que abunda en el libro. En la página 86, la misma Lupita se pregunta así misma sobre los estilos que vestían las jóvenes, queriendo imitar a “La Mami” (el arquetipo de la falsa madre) <<¿Por qué hacían tanto esfuerzo por aparentar lo que no eran?>>. No solo esto, sino que lo inverso es comprobad; Lupita menciona que si llegaran a vestir atuendos tradicionales nativos, estas mismas mujeres tendrían más dignidad.


En la novela lo ordinario es más de lo que se ve y hay poder en lo que aparenta ser ordinario. Así como se vio la transformación de Conchita de cuidadora de baños a chamana venerada (p.158), Lupita es testigo de muchas transformaciones, de inversiones de aspectos y de destinos, pero no es sino hasta el final que la inversión toma raíz en ella misma, aunque al lector se le da a saber a traves de símbolos la verdadera identidad de Lupita.


El vínculo más obvio es una pista dada en la página 41, en donde se menciona que Lupita nació el 12 de diciembre, día en el que se celebra a la Virgen de Guadalupe, por la cual le fue dado el nombre Guadalupe- “Lupita”. Como si fuera coincidencia, la Virgen de Guadalupe es la santa patrona de la nación mexicana, y por lo tal es su representante en el panteón de la iglesia romana. Al igual que muchos ejemplares bíblicos precedentes, podemos esperar que Lupita encarne el destino que le fue asignado con su nombre al nacer- representar a México. Sin embargo, el destino atado a su nombre se desarrolla en una inversión irónica. Al entrelazar los sucesos de la vida de Lupita con los detalles cotidianos de la preparación de una procesión de la Pasión de Cristo, el subtema de Lupita como avatar de la Santa Madre Católica se eleva a un plano más evidente en el desarrollo de la trama.


La imagen más poderosa que confirma la ironía simbólica de la verdadera identidad de Lupita se encuentra en el capítulo 3 p.31. En esta escena, dado al descuido causado por su alcoholismo, Lupita mata a su infante. Tomando el cuerpo entre sus brazos, permaneció fija mirándolo por horas. En noche de luna llena, la autora nos deja saber el pasar del tiempo diciéndonos que fue tan largo el tiempo que Lupita se mantuvo paralizada, que <<La luz de la luna se filtraba por una ventana que quedaba justo atrás de su cabeza, y Lupita se dedicó a observar atentamente cómo su sombra dibujaba una media luna sobre el rostro de su hijo.>>


Si estuvieses presente allí en ese cuarto oscuro, se vería la silueta de Lupita coronada por la luna de la siguiente manera:





En las letanías de la iglesia Romana se le refiere a la Madre Virgen como “Maria, Estrella de la Mañana”. La estrella de la mañana se refiere al planeta Venus, el cual como primer lucero que se presenta antes del amanecer, parte el camino a su hijo el Sol, guiandolo a que comience su ascendencia. El Sol (conocido por los Romanos como el dios Sol Invictus) y la Luna (Selene a los griegos) y todos sus atributos fueron absorbidos en el simbolismo cristiano luego de la conquista cristiana de Roma. El par ahora representa a Jesús y a la Virgen María. La autora hace esta misma analogía en la página 103, cuando alude al significado de estos astros dentro de la mitología nativa.


Esto nos puede llevar a preguntar: Si Lupita es la Virgen Maria, ¿Quién es el niño que murió en sus brazos a causa de su embriaguez? ¿Que representa?


***

Otro símbolo que recurre en el transcurso de la novela es el de la piedra obsidiana. Según la novela, en las creencias mesoamericanas la obsidiana simboliza a la deidad Tezcatlipoca, cuyo nombre significa "espejo humeante". El espejo hecho de obsidiana refleja el aspecto sombra que cada individuo lleva dentro de sí mismo. No es sino hasta que el individuo mire en las profundidades de su oscuro reflejo, que puede emerger hacia la verdadera luz, y ser hecho un nuevo ser. <<Se dice que no hay árbol que pueda crecer hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno.>> (Aion: Researches into the Phenomenology of the Self, C.G. Jung 1951)


En el final Lupita mira a su sombra fijamente en los ojos y logra aceptar quien es, y quien ha sido. Con ello se convierte en el templo, el axis mundi, la diosa, la virgen. Lo más alto y lo más bajo, el mexicano ordinario y a la vez todo México. La santa patrona de México. Lupita, “estrella de la mañana”, es el presagio señalando un nuevo amanecer en México.


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